Cuando se pregunta a personas acerca del amor de Dios, se evidencia multitud de reacciones, algunas en su gran mayoría hablan respecto al tema con respeto y amor porque reconocen que Él es nuestro creador y que gracias a Él podemos estar donde estamos, otra parte podían ser apáticos y comentar muy poco, por último, los que refutan y contradicen acerca de la existencia de nuestro Padre ya que hacen cantidad de cuestionamientos con soluciones humanas. De esta manera se puede observar las diferentes posiciones que pueden existir respecto al tema del amor de Dios, sin embargo, aquellos que amamos y adoramos a nuestro Padre Dios, estamos convencidos que nuestra mente es pequeña para poder comprenderlo totalmente, pero que hay una manera en la cual se puede llegar a comprender en gran parte, ser madre.
Si, hoy hablo de este hermoso regalo porque lo soy, y esto no quiere decir que los hombres o aquella mujer que no es madre no pueden entender la magnitud del amor de Dios, sino que hablaré desde mi experiencia, y en nuestro manual de instrucciones está este valioso versículo:
«¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti» Isaías 49:15
Aquel día que tuve mi primer encuentro con el ser más importante que Dios me dio, realmente fue algo inexplicable, de lo cual nunca me olvidaré, desde el primer momento que lo sentí en mi vientre sería capaz de dar la vida por él, sin duda haría todo lo que esté en mi alcance por mi hijo, y si como madre siento todo eso y más, qué mejor manera para poder comprender el amor de Dios, aún más, pues entregó a nuestro Señor Jesús y derramó en la cruz su vida por nosotros sus hijos.
Hoy vivo totalmente agradecida con Dios por enseñarme de la mejor manera a entender el único e incomparable amor tiene hacia sus hijos, así que viviré para testificar de ese único amor, el amor de Dios.
Escrito por: Jennifer Molina Velarde.
